El rocambolesco episodio de Travis King, el militar estadounidense que se adentró sin permiso en Corea del Norte, posiblemente la nación más aislada del mundo, ha llegado a su fin. “Se encuentra bajo custodia de Estados Unidos” y ha emprendido el viaje de regreso a su patria, han confirmado autoridades de Washington, después de que King fuera transferido en China —nación fronteriza con Corea del Norte—. Pyongyang había anunciado poco antes que había decidido expulsarlo del país. Este soldado raso, de 23 años, llevaba retenido por el régimen norcoreano desde el 18 de julio, cuando, por motivos aún desconocidos, decidió cruzar la Línea de Demarcación Militar de la frontera que separa de facto las dos Coreas desde 1953.
“Funcionarios estadounidenses han logrado el retorno del soldado Travis King” de Corea del Norte, ha declarado el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, en un comunicado. “Agradecemos la dedicación del equipo de diversos departamentos que ha trabajado sin descanso ante la preocupación por el bienestar del soldado King”.
Altos cargos del Gobierno estadounidense que hablaron bajo la condición del anonimato admitieron desconocer en qué momento exacto Corea del Norte decidió expulsar a King. Según su análisis, Pyongyang pudo haber determinado que el soldado raso no podía ofrecer información que les resultara útil ni era aprovechable como pieza de cambio. Por tanto, mantenerlo en su poder podía ser más problemático que simplemente entregarlo.
La conclusión del peculiar caso de King llega tras una serie de contactos entre bambalinas entre dos países hostiles que nunca han tenido lazos formales. En su comunicado, Sullivan ha dado las gracias por su intervención a Suecia —el país que representa los intereses de EE UU de manera habitual en Pyongyang—, por su “papel diplomático como potencia protectora de Estados Unidos en la República Democrática Popular de Corea (el nombre oficial de Corea del Norte)”. También ha agradecido la intervención de China “por su ayuda a la hora de facilitar el tránsito del soldado King”.
Los diplomáticos suecos acompañaron al militar estadounidense hasta la frontera con China. Allí lo recibió el embajador estadounidense en Pekín, Nicholas Burns, un funcionario del Pentágono y el embajador sueco en la capital china. Su primera parada en el viaje de regreso a Estados Unidos era una base militar de su país en Corea del Sur, el país donde estaba destinado cuando cruzó hacia el Norte.
Se espera su aterrizaje en Estados Unidos a lo largo de la próxima noche. King, que se encuentra “con buen ánimo y buena salud”, según los altos cargos, será trasladado a un hospital militar en Texas. La prioridad a partir de entonces será su estado mental y emocional, y ayudarle a reintegrarse en la sociedad estadounidense.
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Tras una investigación, Pyongyang había asegurado en una nota publicada por la agencia oficial norcoreana KCNA que King dio el paso de entrar en territorio norcoreano, entre otras cosas, movido por el “rencor” que le provocaba la “discriminación racial” sufrida en su ejército. Las indagaciones, llevadas a cabo por el “órgano competente”, dieron el siguiente resultado: “Travis King confesó que se había infiltrado ilegalmente en el territorio [de Corea del Norte] porque albergaba rencor contra los malos tratos inhumanos y la discriminación racial en el ejército de EE UU y estaba desilusionado por la desigualdad de la sociedad estadounidense”. Por este motivo, añade la nota, el régimen norcoreano “ha decidido expulsar” a King “de acuerdo con la legislación” del país.
Su situación durante este tiempo ha sido un enigma. A la semana de ser detenido, el Comando de la ONU, la misión multinacional capitaneada por Washington que supervisa la tregua de la guerra de Corea, logró arrancar un diálogo con Pyongyang a través de un mecanismo previsto bajo el armisticio de la guerra de Corea. Pero el Norte no confirmó la detención de King hasta mediados de agosto. Ya entonces, y siempre según la citada agencia norcoreana, el soldado habría confesado el mismo rencor “por el trato inhumano y la discriminación racial dentro del ejército estadounidense” y expresado “su voluntad de buscar refugio en la República Popular Democrática de Corea [RPDC, el nombre oficial de Corea del Norte] o en un tercer país”.
El Pentágono había asegurado que el regreso seguro de King era “una prioridad” y que se estaba “trabajando a través de todos los canales disponibles para lograr ese resultado”. La madre del soldado, Claudine Gates, había pedido al Gobierno norcoreano que tratara a su hijo “con humanidad”. En declaraciones a la agencia Reuters, el portavoz de Gates, Jonathan Franks, ha indicado que ella “estará eternamente agradecida al Ejército estadounidense y a todos los departamentos implicados por un trabajo bien hecho”.
Dadas las circunstancias, y teniendo en cuenta la resolución mucho más trágica de episodios anteriores en la pequeña potencia nuclear atravesada por un fuerte sentimiento antiestadounidense, el resultado podría leerse hasta como positivo. El caso de King, al tratarse de un militar, generó una intensa especulación sobre el destino que podría sufrir: la gama iba de la prisión a torturas. En 1976, dos militares estadounidenses en la Zona Desmilitarizada, la línea de demarcación entre las dos Coreas, murieron a machetazos cuando su equipo fue a podar un árbol y, según el Norte, entró en territorio norcoreano.
El precedente más reciente tampoco era precisamente halagüeño: El estudiante estadounidense Otto Warmbier, que visitó Corea del Norte como turista en 2016, fue acusado de querer llevarse un cartel de propaganda comunista como souvenir, por lo que recibió una condena de 15 años. Por razones que se desconocen, al poco tiempo de recibir su sentencia entró en coma. Las autoridades norcoreanas guardaron silencio sobre esta situación hasta que, 17 meses después, permitió la salida del joven de 20 años en un avión medicalizado. Murió una semana después de regresar. Su familia alegó que había sufrido torturas, algo que otras versiones contradicen.
Entre tanto, las verdaderas causas por las que Travis King decidió convertirse en el primer soldado de su país en pasar a Corea del Norte desde 1982 siguen siendo un misterio, más allá de la breve explicación de parte. King se había alistado a principios de 2021 y fue destinado a Corea del Sur, donde Estados Unidos mantiene aún un contingente de 28.500 soldados. Allí se metió en problemas. Tras un altercado en octubre, fue hallado culpable y multado por un tribunal de Corea del Sur. Pasó casi dos meses detenido y, tras ser liberado, sus superiores decidieron mandarlo de vuelta a casa por razones disciplinarias. Pero King aprovechó un despiste en el aeropuerto para escabullirse antes de embarcar a Estados Unidos.
La siguiente escena tiene ya lugar en la llamada Zona Desmilitarizada, el tajo que separa ambas Coreas a la altura del paralelo 38. King se suma a una visita turística de la zona y, en la aldea fronteriza de Panmunjom, decide, inexplicablemente, escapar al otro lado, según indicaron a los medios testigos de lo ocurrido y confirmaron posteriormente funcionarios estadounidenses familiarizados con lo ocurrido.
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