A tres semanas de las elecciones legislativas polacas, la tensión entre Varsovia y Kiev desatada por la crisis del comercio de productos agrícolas está en plena escalada. Después de que Polonia, junto a Hungría y Eslovaquia, decidiera mantener unilateralmente el veto al grano y verduras ucranias tras el fin de las restricciones acordadas con la UE el pasado 15 de septiembre, los desencuentros entre los hasta ahora fieles aliados van en aumento. Este miércoles, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, anunció en una entrevista que su país, uno de los principales suministradores de armas al vecino invadido, dejará de enviarlas para concentrarse en modernizar su propio arsenal.
La respuesta del jefe del Gobierno ultraconservador de Ley y Justicia (PiS) confirma que la crisis entre ambos países se está desbordando más allá de lo comercial. “No estamos suministrando ningún armamento a Ucrania, ahora estamos armando a Polonia con las armas más modernas”, respondió Morawiecki cuando le preguntaron si estaba en entredicho el apoyo militar y humanitario al país vecino. Según la agencia polaca PAP, el país ya solo realiza las entregas acordadas anteriormente, incluyendo las que son resultado de contratos firmados con Ucrania, como ha precisado el portavoz del Gobierno, Piotr Müller.
Polonia es el principal centro logístico para la distribución de ayuda militar y humanitaria a Ucrania procedente de otros países. Morawiecki aseguró que el centro militar situado en la ciudad de Rzeszow, en el sureste del país, seguirá funcionando con normalidad.
El portavoz del Gobierno advirtió esta semana, sin embargo, de que el programa de protección temporal a los refugiados ucranios caduca en los próximos meses. Y dejó en el aire su renovación. “Estas normativas simplemente expirarán el próximo año”, afirmó el portavoz. Polonia acoge alrededor de 1,3 millones de ucranios que han huido de la guerra. Después de volcarse en un recibimiento ejemplar cuando estalló el conflicto, el Gobierno ha ido recortando la ayuda a este colectivo para tratar de responder a las voces cada vez más numerosas que la cuestionaban.
La crisis del grano estalló en abril, después de semanas de protestas de los agricultores polacos. El campo y las zonas rurales representan un importante caladero de votos del PiS, que el 15 de octubre se somete a las urnas como favorito en las encuestas, pero sin una mayoría suficiente para gobernar. Todavía más a su derecha, el partido ultra Confederación ha subido en las encuestas con un discurso que objeta la ayuda a Ucrania y puede tener la llave del próximo Gobierno en Varsovia. El aumento de la tensión entre los países esta semana se produce en un momento de la campaña electoral en el que el PiS se ve acorralado por un escándalo de corrupción por la venta de unos 250.000 visados polacos en países de Asia y África.
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Veto unilateral
Al veto unilateral de Polonia de abril a la importación de productos agrícolas ucranios, que estaban desbordando el mercado nacional y tirando los precios, se sumaron otros países fronterizos, como Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria. La Unión Europea, que tiene las competencias del mercado interior, intervino facilitando ayudas a los agricultores de estos países y un acuerdo para impedir la venta de estos productos en los países afectados, a cambio de que se siguiera permitiendo el tránsito a través de su territorio. Este pacto expiró el pasado 15 de septiembre, cuando la Comisión consideró que la crisis estaba solventada.
Polonia, Hungría y Eslovaquia anunciaron, en contra de la legislación europea, que impondrían vetos unilaterales. Ucrania denunció a estos países ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) el pasado lunes y amenazó con vetar productos polacos, como las cebollas, tomates, coles y manzanas. Morawiecki advirtió de que ampliará la lista de productos ucranios vetados si Kiev intensifica el conflicto. La diplomacia ucrania instó a Polonia a “dejar la emoción de lado” y a adoptar un enfoque “constructivo” en esta disputa.
El choque diplomático se ha hecho más visible y profundo en Nueva York, donde esta semana se celebra la Asamblea General de la ONU. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, afirmó desde la tribuna en su intervención ante los líderes mundiales el martes que “algunos en Europa representan la solidaridad en un teatro político, convirtiendo el cereal en un thriller”. “Puede parecer que representan sus propios papeles, pero están ayudando a preparar el escenario para el actor de Moscú”, añadió. El Ministerio de Exteriores polaco convocó urgentemente al embajador ucranio en Varsovia para protestar por estas palabras.
En declaraciones ante medios polacos en la misma ciudad estadounidense, el presidente, Andrzej Duda, comparó a Ucrania con una persona que se ahoga y que pone en peligro a quien la rescata. “Una persona que se ahoga es extremadamente peligrosa, puede tirar hacia abajo y ahogar al rescatador”, afirmó, y añadió: “Debemos actuar para protegernos del daño que se nos está haciendo, porque si la persona que se ahoga… nos ahoga, entonces no la podremos ayudar”.
Bratislava ha llegado a un acuerdo mediante licencias con Ucrania este jueves que conllevaría el fin del veto a la entrada de grano y de la denuncia de Kiev ante la OMC, pero este organismo no ha recibido información al respecto. Ucrania ha asegurado que su ministro de Agricultura ha hablado con su homólogo polaco y que ambos han acordado buscar una solución a la disputa. “No hay nadie en Ucrania interesado en crear problemas a los agricultores polacos”, ha afirmado el embajador ucranio en Varsovia, Vasyl Zvarych, a la agencia estatal PAP.
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