Una semana después del desfallecimiento repentino que Red Bull sufrió en Singapur, Max Verstappen se presentó en Japón como el león con el que tanto se identifica y cuyo perfil luce en su casco, con la intención de dar una lección a quienes se atrevieron a insinuar que el arrollador dominio del actual campeón en lo que llevamos de curso podía venir por una interpretación irregular del reglamento en lo referente a la flexibilidad de algunas partes del coche. La respuesta del holandés fue tan contundente en la pista como en la sala de prensa, en la que parafraseó a una de las figuras más grandes del mundo del deporte: Diego Armando Maradona. A “chupar un huevo” mandó Verstappen a quienes se echaron encima de la marca del búfalo rojo por el tropezón de Singapur, donde Carlos Sainz puso fin a la mejor racha de la historia del certamen, con esos 15 triunfos consecutivos para la escudería energética y las diez que encadenó Mad Max hasta llegar al circuito de Marina Bay, donde cruzó la meta el quinto después de tener que arrancar el undécimo.
La estratosférica pole position que se inventó el sábado no fue más que el aperitivo de lo que vendría el domingo, un paseo militar de esos que le convierten en invisible a ojos de los objetivos, más centrados en las grescas que se suceden a su espalda. Esta es la 13ª victoria de Verstappen de las 16 que se han puesto en juego hasta ahora, igual de plácida que la mayoría de las anteriores. Con esta cifra, el chico de Hasselt iguala el récord que hasta ahora compartían Michael Schumacher, con Ferrari (2004) y Sebastian Vettel, en un Red Bull (2013). La del domingo fue una jornada memorable para la formación de Milton Keynes (Gran Bretaña), que celebró el título de constructores seis citas antes del final, antes que nadie –la plusmarca anterior pertenecía a Ferrari y McLaren, que se coronaron a cinco pruebas de la conclusión en 2004 y 1988, respectivamente–.
El comprensible subidón de Verstappen tuvo su contrapunto en el tremendo bajón con el que Checo Pérez se fue de Suzuka, donde todo le salió torcido, ya desde el sábado, al no pasar de la quinta posición en parrilla. El mexicano salió mal, rompió dos morros y fue penalizado dos veces antes de retirarse. Ironías del destino, el abandono del piloto de Guadalajara supone un pase al hueco para que su compañero festeje su tercer entorchado en el próximo gran premio. En Qatar, dentro de dos semanas, el indiscutible dominador de la escena actual podrá cantar el alirón en la carrera al sprint, en la que le bastaría con terminar el sexto, independiente de lo que haga Pérez.
“Me preocuparé de ello cuando lleguemos allí”, resumió el insaciable ganador. “Fue un fin de semana increíble. El coche funcionó de forma estupenda, y lo más importante de todo es que pudimos cerrar el Mundial de constructores. En la fábrica habéis construido un auténtico cohete”, añadió por la radio Verstappen, que a sus 25 años va camino de reventar todos los registros. “Max está a otro nivel en estos momentos”, se limitó a decir Christian Horner, director de Red Bull desde el primer día (2005), y que como tal ha contribuido a los seis títulos de constructores de su equipo.
A 19 segundos, una auténtica galaxia, terminó Lando Norris, que despejó cualquier duda acerca de la tremenda recuperación de McLaren en los últimos meses, mientras que la tercera plaza de Oscar Piastri, su vecino en el taller de la estructura de Woking, recompensó el currazo que se pegó el australiano en la partida de ajedrez a cuatro bandas que mantuvo con Charles Leclerc (cuarto), Lewis Hamilton (quinto) y Carlos Sainz (sexto).
Los dos Mercedes intentaron librarse del ataque del madrileño usando la misma táctica que empleó el de Ferrari para imponerse en Singapur; esto es, ofreciéndole al corredor a su espalda (George Russell, en este caso) el efecto del alerón trasero móvil (DRS), para evitar el adelantamiento, aunque esa estrategia solo sirvió para librar a Hamilton de las fauces del español. Fernando Alonso, por su parte, se vio penalizado por la mala planificación de Aston Martin en las visitas del asturiano a los talleres, y finalizó el octavo, a más de un minuto del primero.
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